El II Congreso de Solidaridad Obrera
La propuesta de creación de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), en 1910, fue el fruto sostenido y paciente del societarismo y/o sindicalismo obrero por encontrar una coordinación que se creía necesaria y beneficiosa para la clase obrera en su lucha contra el capitalismo y por el desarrollo de una nueva sociedad basada en las tesis anarquistas. Su origen podría fijarse en 1870, año en que fue fundada la Federación Regional Española (FRE) de la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT).
Las sucesivas experiencias internacionalistas en nuestro pais (FRE, FTRE, OARE, etc.) no cayeron en saco roto y, a pesar de las persecuciones, las disidencias, los periodos de clandestinidad y la incesante represión gubernamental, el espíritu de la AIT continuó arraigado en el seno del movimiento obrero español.
Tras la redacción en 1906 de la Carta de Amiens, que dio lugar al sindicalismo revolucionario francés, ambas corrientes se hicieron una sola para terminar convirtiéndose en lo que posteriormente se conocería como anarcosindicalismo.
A nivel organizativo, producto de la fusión de estas dos corrientes fue la creación de la organización regional catalana Solidaridad Obrera, que tuvo su inicio en 1907, como Federación Local de las sociedades obreras de la ciudad de Barcelona. Desde este organismo obrero, se fue capaz de ensanchar el ámbito de actuación para llegar a ser provincial en marzo de 1908 y regional en un ámbito catalán en septiembre del mismo año.
A causa de la represión ejercida sobre buena parte del movimiento obrero a raíz de los acontecimientos de la Semana Trágica de Barcelona en julio de 1909, se pospuso la celebración del congreso de Solidaridad Obrera. Casi al año de la primera iniciativa fallida, concretamente los días 30 y 31 de octubre y 1 de noviembre de 1910, Solidaridad Obrera convocó un Congreso Obrero Nacional en el Teatro Bellas Artes de Barcelona. En dicho comicio se aprobó trascender el ámbito regional catalán hacia un ámbito estatal español con el nombre de Confederación Nacional del Trabajo (CNT).
Teatro Bellas Artes de Barcelona. Noviembre de 19010.
Segundo Congreso de Solidaridad Obrera y fundacional de la CNT
La organización regional catalana de Solidaridad Obrera no hizo sino catalizar la aspiración generalizada de múltiples núcleos obreros de todo el país que de nuevo aspiraban a estructurar una organización nacional. Se habían dirigido en este sentido al consejo de Solidaridad Obrera de Cataluña, la Federación Extremeña, los obreros agrícolas de la región valenciana, las federaciones de la Coruña, Zaragoza, Gijón y los campesinos de las comarcas de Cádiz, Jaén y Córdoba.
Cataluña y Andalucía eran, con diferencia, las zonas regionales de mayor incidencia sindical (tanto en sus inicios como en el ciclo que transcurrió hasta el estallido de la guerra). De las 124 sociedades obreras que participaron en este primer Congreso, Cataluña aportó un total de 67 sociedades. Le seguiría, a gran distancia, pero con un peso específico considerable, Andalucía con 25. En un segundo nivel de importancia en cuanto a su presencia en el número de sociedades obreras tenemos que señalar a Asturias, Galicia y el País Valenciano. En lo que se refiere a otras regiones del resto de España su presencia en dicho Congreso era testimonial o inexistente. Esta implantación fue parecida y se correspondía a grandes rasgos con la geografía desarrollada por la AIT (FRE y FTRE) en su periodo de asentamiento durante el siglo XIX.
Comunicado de Anselmo Lorenzo al segundo Congreso de Solidaridad Obrera y constitucional de la CNT
Compañeros: elegidos por la confianza de vuestros compañeros asociados, cada uno sois la expresión del pensamiento de vuestros representados y eco también de las aspiraciones del proletariado en general. Vais a celebrar un pacto destinado a influir en la marcha siempre progresiva de la humanidad. Ante vosotros el libro de la historia presenta una página en blanco; preparaos a llenarla con la honra para vosotros, con provecho para todos, presentes y futuros.
Habéis aprendido sociología en las tristes aulas de la explotación del salario, resumen de la esclavitud y de la servidumbre. Cada uno de vuestros conocimientos experimentales es resultado de un dolor. Vuestra ciencia no es toda adaptación del pensamiento ajeno esparcido por la imprenta, es en gran parte rebeldía enérgica contra ese abominable derecho de accesión otorgado hace siglos por el legislador romano a los propietarios, a los usurpadores de la riquea natural y social. Sabéis, no por ejercicio de la memoria, sino por excitaciones del látigo capitalista, que os acosa, haciéndoos tropezar con la dureza autoritaria, con la codicia agiotista y con todas las plagas de la miseria. Sois, no ya el cuarto estado que quedó irredento en 1789 y al que pretende aburguesar la democracia social y el radicalismo político; sois menos todavía para la sociedad presente, aunque seáis mucho para la sociedad futura; sois los obreros despojados del relativamente noble carácter de artesanos, convertidos en peones, en restos de la antigua industria que se transforma sucesivamente en accesorios de la máquina y en «unemployed», obreros desocupados, sin jornal, sin pan, sin hogar, sin amor, sin tierra que pisar, que sobran, que estorban, que mueren en un rincón, en un transatlántico o en el campo yermo de una colonia ajena.
Sois pues lo que se llama la más baja capa social, la que sustenta todas las restantes, cada una de las cuales participa relativa y proporcionalmente del privilegio. Por lo mismo estáis excepcionalmente capacitados para la gran obra humana: la reorganización de la sociedad sobre la base de la participación de todos en el patrimonio universal, la contribución de todos a la producción y la distribución racional de los productos; porque si es verdad, juzgando al hombre que donde está su tesoro está su corazón, vosotros, cuyo positivo bien está en lo porvenir, que no explotáis a nadie, que a nadie engañáis, que no dejáis a vuestro paso víctima alguna, que no tenéis la menor ventaja en el antagonismo general de intereses que caracteriza la sociedad y que practicáis la asociación para fines redentores, podéis sentar las bases de la sociedad definitiva.
Libertad; el individuo en la plenitud de su conciencia y de su sentimiento, libres el corazón y la cabeza para la determinación racional y potencial de la voluntad; los individuos en libre pacto para llevar su pensamiento, su voluntad y su acción a los últimos límites de lo posible, eso es el sindicalismo; eso habéis de ser vosotros; eso debe ser vuestro congreso, para que de él brote la luz y la fuerza que eleve al proletariado, recompensa de tantos siglos de tiranía, a la condición de salvador y regenerador de la humanidad.
Así como el átomo o la parte invisible de un cuerpo tiene su vida, su autonomía y su regularidad, y de las de todos ellos resulta la normalidad de un ser, así también la sociedad ha de reflejar la satisfacción de cada infante, de cada hombre, de cada mujer, de cada anciano como grandioso resumen de bondad y de belleza en este mundo que habitamos.
Atreveos a manifestar vuestra verdad a los privilegioados del mundo, puesto que todos ellos, sin distinción de color, creencia ni nacionalidad, por lejos que se hallen y a pesar de las fronteras y de los mares, impone a cada uno de nosotros su socaliña rentística en los materiales, en los transportes, en las aduanas, en el cambio, puesto que son amos de parcelas del mundo, y por derecho de accesión, de los frutos naturales, de los frutos industriales y de los frutos civiles. Decidles, para que a la vez se enteren todos los trabajadores que aun vegetan en la insolidaridad, que queréis ser hombres en la amplitud que la naturaleza y la sociedad pueden desrrollar el tipo humano; que el Sindicalismo, la fuerza económica, ha de reemplazar a la fuerza política y autoritaria de los estados; que la humanidad ha entrado en nueva vía; que la sociedad ha de conformarse con el hombre, no el hombre con la sociedad, y que se aproxima el día en que el derecho se reconozca con la sola presencia del individuo y no con la inscripción en el Registro de la Propiedad.
Inspirados en el más puro criterio, con la mira puesta en el ideal de unidad y de integridad humana, resolved los asuntos a la orden del día del crongreso; cread una organización extensa y poderosa que recoja todas las iniciativas individuales y reúna la fuerza y la inteligencia del número, y mereceréis la aprobación y el aprecio fraternal de vuestros compañeros. Salud.
Anselmo Lorenzo
El congreso acordó mantener por el momento Solidaridad Obrera como vocero oficial de toda la Confederación y se hizo un estudio para intensificar la propaganda, formar cuadros de propagandistas preparados, intensificar la publicación de textos sindicalistas eficaces y crear de modo inmediato esucelas para los trabajadores, de acuerdo con las exigencias más racionales de la ciencia moderna.
El sindicalismo fue definido no como un fin en si mismo, sino como un medio de lucha y resistencia en los antagosnismo creados por la existencia de las clases sociales. El fin era la emancipación integral de la clase trabajadora mediante la expropiación de los medios de producción pertenecientes a la patronal y la burocracia política y la consiguiente dirección propia de la producción.
En el tema relativo a la emancipación de los trabajadores, el viejo lema de la Internacional «la emancipación de los trabajadores ha de se obra de los trabajadores mismos», halló una interpretación estrictamente literal. Se hicieron claras alusiones a la clase política:
«Los vividores de toda especie que procuran servirse de los obreros manuales para esos encumbramientos que les hacen placentera y grata la vida.»
El Congreso defendió la táctica de acción directa y la aplicación del boicot contra los propietarios que exigían depósito previo en los contratos de arrendamiento, llegándose en caso de necesidad a la huelga general de inquilinos que defendería la negativa sistemática al pago de alquileres. Se acordó reivindicar firmemente la jornada de ocho horas, anteponiéndola a la fijación de cualquier salario mínimo, dado el rápido y constante encarecimeinto de la vida.
Sobre la huelga general, el Congreso se mostró cauteloso: la huelga general sólo podría ser revolucionaria y, en consecuencia, no debía prodigarse. Por tanto, no debería declarase para reivindicar más salario o disminución en la jornada de trabajo, sino para lograr una transformación total en la producción y distribución de los productos. Además, la huelga general postulaba su promulgación en el plano nacional, dado que en el plano local sería sofocada fácilmente.
Durante los cinco primeros meses de 1911 se produjeron huelgas en Madrid, Bilbao, Sevilla, Jerez de la Frontera, Soia, Málaga, Tarrasa y Zaragoza. En esta localidad la huelga se hizo general de 11 al 14 de julio.
Siendo el sindicalismo revolucionario una herramienta útil para agrupar a diferentes sectores del movimiento obrero, ello no fue menoscabo para que se produjeran diferentes crisis de organización debidas, en buena parte, al intento de neutralización política de diversos colectivos obreros (republicano radical y socialista, fundamentalmente).
Mientras tanto, en el clima creado por estos acontecimientos, especialmente tras los sucesos de la Semana Trágica, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) concertó una alianza con los partidos republicanos con fines de oposición al gobierno de Antonio Maura. La conjunción republicano-socialista fue promovida el 7 de noviembre de 1909 en un mitin celebrado en Madrid. Apoyado en esta fuerza y de cara a las elecciones parlamentarias de mayo de 1910, el PSOE, en la persona de Pablo Iglesias, consiguió su primera acta de diputado. En este mitin Pablo Iglesias había idcho entre otras cosas:
«Nosotros mantenemos en toda su pureza los ideales del Partido Socialista, o sea, igualdad social; nosotros aspiramos a que el poder político sea conquistado por el proletariado.»
Así iniciaba el socialismo su primera experiencia parlamentaria en pos de esa soñada conquista del poder político. Camino lento, contradictorio, que habrá de deparar a la clase obrera no pocas lecciones.
La Huelga General de 1911 y la ilegalización
En medio de un clima de tensión provocado por innumerables conflictos de tipo social, se celebró en el salón de Bellas Artes de Barcelona el que sería, de hecho, el II Congreso de la CNT. El Congreso, que sesionó desde el 8 al 10 de septiembre de 1911 reunió a delegados de diversas comarcales españolas representantes de unos 30.000 afiliados. Poco se sabe de este congreso puesto que las actas se perdieron a consecuencia de la subsiguiente represión del gobierno de José Canalejas.
Al final del Congreso se acordó declarar la huelga general revolucionaria contra la guerra de Marruecos y en apoyo de todos los conflictos reivindicativos en curso, sobre todo el de los carreteros de Bilbao, que provocó también la delcaración de huelga por parte de todas las secciones de la UGT. La huelga estalló el 16 de septiembre y, tras extenderse en Vizcaya, se propagó a Gijón, Zaragoza, Valencia, Sevilla y los conflictos menudearon de Oviedo, La Coruña, Málaga, Santander, Langreo y Mieres.
Calle Colón de Valencia. El ejército tomó las calles durante la huelga general de 1911.
En Barcelona la huelga abortó porque las autoridades gubernativas pracitcaron más de quinientas detenciones preventivas, entre ellas las de José Negre, Secretario General del Comité Nacional de la Confederación y miembro del comité de huelga de la localidad. El mismo 16 de septiembre, tomando como excusa represiva la convocatoria de la huelga general solidaria, la CNT fue declarada ilegal, lo que trajo un declive en el número de afiliación en lo años venideros.
El 12 de noviembre de 1912, José Canalejas, presidente del Consejo de Ministros, fue asesinado. El autor fue el anarquista Manuel Pardiñas Serrano, quien se suicidó en el mismo momento en el que el tumulto de gente que había presenciado el atentado intentó reducirlo. La muerte de Canalejas, que fue secedido por Álvaro de Figueroa, Primer Conde de Romanones, desenvocó en una crisis permanente de los partidos del turno de la Restauración.
Canalejas fue ejecutado cuando miraba el escaparate de la librería San Martín,
en la Puerta del Sol, a escasos metros de la esquina con la calle de Carretas.
Como hemos visto, la fundación de la CNT prácticamente coincidió con la huelga de Bilbao, que presentaba graves caracteres. La huelga general revistió especial importancia en Aragón y Levante. La represión llevada a cabo por Canalejas fue extraordinariamente severa y el estado de guerra fue proclamado en todo el país.
En 1913, Álvaro de Figueroa concedió una amnistía para los procesados por los acontecimientos de 1911, pero los jueces de Barcelona se negaron a levantar la orden de suspensión que pesaba sobre la CNT, por lo que el comité nacional tuvo que asumir un carácter provisional y clandestino. El comité nacional no pudo emerger a la luz pública hasta julio de 1914. Y es que, como dijo Manuel Buenacasa en su momento:
«Ya vemos pues, pues, de qué modo se conduce, para empezar, el nuevo organismo de la clase obrera española.»
Todo este periodo estuvo marcado por una mala organización interna de la Confederación puesto que, aparte de la clandestinidad, la organización aparecía inconexa en el plano nacional, dado que sólamente Cataluña tenía estructurado su comité regional. En el resto del país los sindicatos se adherían aisladamente a la Confederación, en número superior a 350 entidades, lo que hacía muy difícil darcohesión a todo el movimiento en el plano nacional.
Sin embargo, la situación no logró impedir que en agosto se declarase la huelga textil en Barcelona, que afectó a cerca de 100.000 trabajadores. Se trabajaba entonces todavía once, doce y trece horas diarias, con jornales muy bajos. Pese a las numerosas detenciones que se practicaron, el conflicto se saldó con éxito para los trabajadores, que consiguieron la implantación de la semana inglesa en la industria fabril y textil española, juntamente con otras mejoras.
A los pocos días de la legalización estalló en Europa la Gran Guerra (I Guerra Mundial), la conflagración europea que habría de dividir al proletariado y arrojaría no poca confusión en el movimiento obrero.
El estallido de la I Guerra Mundial
El 28 de julio de 1914 el el Imperio Austro-húngaro declaró la guerra a Serbia. Comenzó el baile de alianzas formándose así dos frentes en una guera en la que España se mantuvo al margen, aunque la patronal sí se lucró con la venta de material de guerra a los países en clonflicto.
La toma de posición de Kropotkin contra Almenia, a quien acusó de haber desencadenado la guerra, compartido por militantes del anarquismo interncional que firmaron una proclama en este sentido, suscitó la polémica en el seno del movimiento libertario español. Destacados anarquistas españoles como Ricardo Mella defendieron este punto de vista, lo que a la larga supondría el eclipse del más importante teórico del anarquismo español. El punto de vista neutralista, condenador de toda guerra, fue clamorosamente sostenido por la gran masa de la militancia confederal.
El proletariado catalán, sobre todo, condenó la guerra enérgicamente, y los constructores de carruajes, así como los herreros de Barcelona se negaron a construir materiales destinados al conflicto.
Asamblea de trabajadores durante el conflicto de 1914 de la marina mercante.
Abatido por la actitud ante la guerra de algunos de sus más viejos compañeros, Anselmo Lorenzo, viejo y consecuente pacifista y abuelo del anarquismo español, moría el 30 de noviembre. Una gran manifestación de duelo del proletariado barcelonés acompañó a Lorenzo a su última morada.
El 31 de mayo de 1915, se celebró en Ferrol un Congreso Internacional contra la guerra. Este Congreso ratificó la actitud antibélica del anarcosindicalismo y se propuso la huelga general al proletariado de todas las naciones. Se acordó redactar numerosas proclamas revolucionarias, escritas en los idiomas de las naciones beligerantes, para hacerlas llegar, por todos los medios, a las trincheras.
El 20 de noviembre de 1916 se reunieron en Zargoza delegados de CNT y UGT, firmaron un pacto de alianza y acordaron declarar una huelga general el 18 de diciembre en todo el país. La huelga, que se llevó a efecto de modo pacífico, no obtuvo resultados en cuanto a los fines previstos. Como quiera que sea, la alianza circunstancial CNT-UGT tuvo una gran resonancia en la opiniñon pública, por ser la primera vez que se daba una conjunciñno de esfuerzos entre socialistas y anarquistas.
El estallido de la guerra favoreció el desarrollo de la economía española y produjo enormes beneficios a los grandes industriales y en el sector agrario. En este periodo los patronos accedieron con relativa facilidad a las demandas obreras de mejores salarios. Esta eficacia de los sindicatos hizo afluir a estos grandes masas, que vieron en ellos un arma para arrancar mejoras a los patronos y para defenderse, a la vez, del movimiento alcista de los precios. La CNT reunía en 1915 a 15.000 afiliados. En 1918 solamente en Cataluña agrupaba ya a casi 74.000 para llegar al clímax de 714.000 afiliados en todo el páis, en 1919.