Mucho se está hablando estos días de la casta política, pero no menos se debería hablar de la casta sindical. Esa que ya no sabe cómo salir al paso de las recientes imputaciones de algunos de sus dirigentes en casos de corrupción como el de los EREs fraudulentos de Andalucía, el de las tarjetas black de Caja Madrid o el de las facturas falsas para cobrar subvenciones de los fondos públicos. Y es que resulta difícil defenderse y argumentar que se trata de casos aislados cuando no se está saliendo de un escándalo para entrar en otro.
Efectivamente, no se trata de un problema de individuos corruptos sino de un sistema que fomenta por sí mismo esa corrupción, por mucho que CCOO y UGT sigan intentado justificar su modelo de sindicalismo vertical e integrado en las instituciones del Estado y la Patronal. ¿Acaso no llevan ya años permitiendo reformas laborales cada vez más regresivas al tiempo que reciben del Estado millonarias subvenciones? ¿Acaso no han firmado un ERE tras otro así como rebajas en las condiciones laborales en innumerables empresas a cambio de conseguir más liberados/as en las mismas?
Es lo que sucede cuando los trabajadores y trabajadoras delegan la defensa de sus intereses en organizaciones en las que gran parte del poder de decisión se acumula en unas pocas personas. No debería por lo tanto extrañarnos que se haya creado esa casta fácilmente sobornable. Por ello, la CNT siempre ha abogado por la autogestión y el modelo asambleario. Por un sindicalismo en el que son los propios trabajadores y trabajadoras quienes toman las decisiones democráticamente y participan de manera directa en las acciones destinadas a la mejora de sus condiciones de trabajo, sin delegar en los comités de empresa. Por un sindicalismo que no acepta liberados con privilegios que los acercan más a los intereses de la empresa que a los de los trabajadores y trabajadoras a los que se supone deben defender. Por un sindicalismo que no admite las subvenciones que compran el silencio de quien se las embolsa. Porque los liberados, las subvenciones y los comités de empresa, no sólo no son necesarios sino que perjudican a la clase trabajadora. Porque otra manera de hacer sindicalismo es posible.
Federación Local de Valencia
Confederación Nacional del Trabajo (CNT)