Ni la Fiscalía contra los delitos de Odio, ni la Policía Nacional ni la Delegación del Gobierno han hecho nada por impedir la celebración de la cumbre fascista convocada en València.
Ha sido la presión antifascista de los movimientos sociales valencianos la que ha logrado que el hotel Solvasa donde iba a celebrarse se echase atrás, para que, finalmente, esa “primavera española” intentada por primera vez en València, resultase un rotundo fracaso.
La Asociación Cultural In Memoriam Juan Ignacio pretendía que València fuese sede de la cumbre fascista en el 80 aniversario de los salvajes bombardeos de la aviación italiana, en los que miles de mujeres, niños/as y ancianos/as perdieron la vida desde Barcelona hasta Cartagena. Edda Negri, nieta del dictador italiano, aliado de Franco y de Hitler, pretendía vejar su memoria como asistente protagonista de la jornada de exaltación fascista.
De la ultraderecha europea, se anunció la presencia de Pedro Varela (propietario de la Librería Europa) Roberto Fiore (líder de Forza Nuova), Pepe de las Heras (director de cine) Enma Moriconi (periodista), Jack Marchal y Javier Barraycoa. Finalmente no intervinieron ni el librero filonazi Pedro Varela, ni tampoco el lider neofascista italiano Roberto Fiore. También fracasó el concierto de música fascista a cargo de los grupos italianos Skoll y Hobbit que se había previsto celebrar a las 19 horas en Sueca (Valencia).
La aparente tibieza institucional quizá se haya debido a la relación cordial que Juan Antonio López Larrea, presidente de la organización, afirmó mantener con el actual delegado del Gobierno, Juan Carlos Moragues, tal y como publicó Levante-EMV el pasado 20 de mayo.
Es intolerable que tales actos de apología puedan parecer siquiera remotamente posibles.
La historia ha dado suficientes ejemplos de la peligrosidad del fascismo.