Con motivo del Día de la Mujer, quedan abiertas, desde este viernes 9 de marzo, las jornadas de cine social versando sobre diferentes temáticas con el papel de la mujer como hilo conductor.
Pretendiendo fomentar la reflexión y la autocrítica hacia la desigualdad que han sufrido y sufren las mujeres por el único hecho de serlo, CNT- Valencia inició este viernes las jornadas de cine-forum social con la película “Ni Dios, Ni Patrón, Ni Marido”, enmarcada ésta en un ciclo que se prolongará durante todos los viernes de este mes de marzo con otras obras de referencia en temática femenina como: “Persépolis”, “Te Doy mis Ojos” o “La Voz Dormida”.
A la película le siguió un coloquio fomentado e iniciado por los y las asistentes, que trataron múltiples y diversos temas extraídos y/o extrapolables de ésta. ¿Condiciona el sexo y, por consiguiente, el hecho de poder parir, la vida de una persona? ¿Es la mujer diferente –única y exclusivamente- por tener tal posibilidad? ¿Es tener la facultad biológica de parir una limitación? Numerosas y diferentes preguntas se plantearon en aquella sala por compañeros y compañeras que debatieron sanamente desde puntos de vista, en ocasiones, encontrados. Desde el placer de la observación y el análisis, divagaba sobre cada apunte, cada matiz. ¿Qué hace que una mujer sea una mujer? Más allá de aquello que biológicamente conocemos como su sexo –femenino: ¿Confundimos sexo con género? Aquello que, por nacimiento, la naturaleza me ha “asignado” por una parte, una sociedad, una familia, y una educación –un entorno y sus condicionantes, al fin y al cabo- me han inculcado por otra. En el primer caso, es obvio que “viene de serie». En el segundo es algo que, desde la perspectiva de quien os escribe, no es más que una construcción que –igualmente- puede ser deconstruida. Podría, entonces, -por ejemplo- querer NO ser madre a pesar de estar facultada físicamente para ello. De esta deconstrucción se quedaron hablando cuando me marché…
El debate, la reflexión y el análisis, con la ayuda de otras opiniones o aportaciones, son necesarios. La piedra angular de este coloquio informal fue la historia de dos mundos antagónicos, pero indiscutiblemente unidos por la desigualdad y la injusticia. Por una parte, la dura vida de un grupo de mujeres en el S. XIX triplemente discriminadas y sometidas (como obreras –y mujeres- por su patrón, como mujeres por sus maridos y como compañeras por sus compañeros anarquistas) Por otro, la de una virtuosa mujer independiente, perteneciente a la burguesía, que goza de prestigio social y reconocimiento profesional sustentándose a sí misma con la única ayuda de su trabajo pero que, sin embargo y a pesar de haberse realizado profesionalmente alcanzando sus metas, sufre la humillación y el desprecio de la hegemonía masculina. Ambas polaridades que, en principio, parecen irreconciliables, unen, a lo largo de la película, lazos tejidos de rebeldía contra lo injustamente establecido y dado por válido. Aunando fuerzas en la lucha por su emancipación y poniendo en práctica la acción directa y el apoyo mutuo, nos recuerdan que todas –en mayor o menor medida- hemos sufrido y sufrimos la desigualdad.